No conocía Extremadura, nunca había pedaleado por esta comunidad de España. No sabía lo mucho que iba a disfrutar recorriendo sus caminos, pistas y carreteras.
Nos despertamos no muy temprano en El Real de la Jara y nos preparamos el desayuno en la cocina de nuestra casa rural. Los bares a esa hora estaban cerrados.

Con las bicicletas preparadas, nos pusimos los cascos y salimos pedaleando por el Camino de Monasterio. Una pista entre dehesas que como lo dice su nombre, nos llevaría a Monasterio, la primera parada de la tercera etapa de la Vía de la Plata en bicicleta.
El Camino de Monesterio es un pista que nace justo donde termina el pueblo. Antes de comenzarlo nos bajamos des las bicis y tomamos unas fotografías que podréis ver en la galería que acompaña a esta crónica.
Salimos de Andalucía
Estábamos a punto de salir de Andalucía para entrar en Extremadura. Una tierra rica en paisajes, gastronomía, historia y muy buena gente.
Después de las primeras curvas cruzamos el Arroyo de la Víbora para salir de Andalucía y entrar en la provincia de Badajoz donde íbamos a vivir lo que llamé un momento Juego de Tronos.
Después de cruzar el arroyo Extremadura nos recibe con una leve pendiente y con las ruinas del Castillo de las Torres a nuestra derecha.
Unos metros antes de alcanzar el castillo dos pequeños zorros salieron por la parte izquierda del Camino de Monasterio. Lo cruzaron y se metieron entre las ruinas del castillo. Aquella imagen me transportó y me hizo pensar y agradecer el momento que estaba viviendo.
Cuando dejamos atrás el Castillo de las Torres nos encontramos con un paisaje completamente distinto, se nota perfectamente cuando sales de Andalucía y entras a Extremadura por Badajoz.
Además, después de cruzar la Sierra Norte de Sevilla nos encontramos con un terreno con ondulaciones, pero mucho más llano que el anterior.
Viajar en bicicleta por Extremadura
El Camino de Monesterio es muy cómodo. Al ser una pista sólo se utiliza para moverse por las dehesas y no encuentras coches. Nosotros hemos visto sólo un par de viejos Defenders.
Después de unas horas de pedalear por el campo, el Camino de Monesterio termina en la carretera EX-318. Allí giramos a la izquierda para algo más de un kilómetro hasta llegar a la N-630.
En la N-630 hacemos un nuevo giro a la derecha hacia Monesterio y rodamos por un arcén en excelente estado. El tráfico es casi nulo ya que vamos paralelos a la Autovía E-803.
Durante los kilómetros por el arcén de la N-630 disfrutamos de un poco de sombra disipando un poco el calor que, unas horas antes por el Camino de Monasterio nos comenzaba a “castigar”.
Monesterio
Por la N-630 cruzamos la E-803 y entramos en Monesterio. La travesía del pueblo tiene bastante tráfico y decidimos parar en un bar para tomar algo fresco. Los parroquianos se quedaron en silencio al vernos entrar.
Para salir de Monasterio seguimos por la travesía de la N-630 y cuando termina el pueblo giramos a la izquierda por un camino llamado Paseo de Extremadura. No pone el nombre en ningún sitio, pero encontraréis una señal de la Vía de la Plata.
El Paseo de Extremadura gira a la derecha y con el Arroyo de la Dehesa a su izquierda se convierte en un camino de campo con dehesas y fincas que sólo durarán un par de kilómetros.
De pronto, los pocos árboles y las fincas desaparecen y nos encontramos en mitad de la nada.
Vía de la Plata
A partir de este momento comienza para mi, la mejor parte de la Vía de la Plata. Sólo teníamos sol, camino de tierra seca y kilómetros y kilómetros de trigo a nuestro alrededor. Paisajes que podréis ver en las fotografías de la galería.
El termómetro subía con cada kilómetro que hacíamos pero cierto es que cuando disfrutas de algo, todo se hace mucho más fácil.
Durante los 16 kilómetros pedaleando por el Paseo de Extremadura no encontramos nada. No había gente ni fincas, tampoco vimos máquinas de labranza.
Por fin llegamos a Fuente de Cantos y buscamos el Albergue de Peregrinos. Seguramente uno de los más bonitos de la Vía de la Plata.
Mientras pedaleábamos por las calles de Fuente de Cantos nos encontramos con una de las estampas de la Vía de la Plata. El cartel publicitario de azulejos de Nitrato de Chile, un abono natural para el campo muy utilizado en los años 30.
Cuando llegamos al albergue saludamos a un par de peregrinos a pie, sellamos la credencial, nos duchamos y salimos a recorrer el pueblo.
Cenamos un buen plato de jamón, queso y vino y tras charlar un rato con el camarero volvimos al Albergue de Peregrinos para dormir y juntar fuerzas para la próxima etapa.
Hola Juan Pablo,
Me alegra mucho que disfrutaseis recorriendo nuestra tierra. Ya sabes que tienes a tu disposición la Cicloextremeña para cuando tengas ganas de más Extremadura.
Un abrazo