Hoy a las 17 hs llegábamos a Manzanares después de pedalear unos 55 kilómetros con un sol y un calor propios del verano.
Otra vez, mojamos los pañuelos que llevamos debajo del casco para aguantar «la solana» como diría mi amigo Ayois.

El final de nuestro viaje en bicicleta por la Ruta de Don Quijote
Desayunamos en Ruidera y salimos pedaleando por carretera unos 5 km hasta coger el camino pecuario que teníamos marcado en los dispositivos GPS. Esos primeros kilómetros fueron pura subida, tenía que salir del Parque Natural Las Lagunas de Ruidera. A pesar de ser temprano, la carretera tenía bastante actividad, nos quedamos tranquilos en cuanto nos metimos en mitad del monte, entre encinas para ser más exacto.
Así, en el encinar, estuvimos pedaleando sin ver a nadie durante más de 10 kilómetros, ni coches, ni gente, ni ruido, un verdadero placer, sólo pájaros, conejos y lagartijas verdes de un tamaño importante, aunque no tanto como Godzilla.
Hay que destacar, el tramo del encinar tenía subidas y bajadas, rompe piernas 100%, de esos que gustan los que van a tope… Nosotros como siempre íbamos muy tranquilos, con nuestras alforjas. La jornada anterior había pasado factura y lo sentíamos en las piernas, pero la ilusión de estar rodando la última etapa de la Ruta de Don Quijote en bicicleta era más fuerte.
Durante horas seguimos el GR 164, días antes lo hicimos con el GR 114… Se puede recorrer el mundo por caminos, no lo duden.
Alhambra
Dejamos el encinar y llegamos a nuestra primera parada, Alhambra… un pueblo que podría ser andaluz… y no lo digo por el nombre, sino por la ubicación del mismo, se encuentra en lo alto de un monte, como si fuera Comares. Antes de subir al pueblo, siguiendo el track, decidimos buscar una alternativa y bordearlo, hicimos un poco más de distancia, pero nos ahorramos unas rampas importantes.
No me quiero olvidar, a destacar en Alhambra… Las ruinas del castillo Omeya construido entre los siglos X y XV. Cuando decidimos bordear el pueblo terminamos pedaleando entre este y el castillo, en una foto de Instagram podréis ver las ruinas.
La Solana
Seguimos camino hacia La Solana… ojo, nos separaban de la misma unos 15 kilómetros. Esta vez, el track nos metió en mitad de campos sembrados de trigo, ya sin tanto desnivel, pero con un sol que te cocinaba vivo. Es más… en algunos momentos el viento en contra constante que teníamos se hacía más fuerte y a pesar de ser algo malo para el ciclista lo agradecíamos, en ese momento era un bálsamo para combatir el calor.
Paramos al sol a comer algo, preparé dos bocadillos de queso manchego y jamón… los comimos y seguimos pedaleando.
Llegamos a La Solana… No había nadie, todo el mundo metido en sus casas. Encontramos un bar abierto y la mujer nos ha visto tan acalorados que tras pedir lo que queríamos tomar nos dijo: «no, primero os daré agua fresca del botijo y luego vuestro pedido», aceptamos su sugerencia.
Membrilla
Por delante teníamos la parada siguiente, algo más de 10 km hasta Membrilla, un pueblo muy cercano Manzanares.
El track nos metió otra vez entre trigales, saludamos a algún pastor que debajo de un árbol controlaba a sus ovejas. El calor no se iba, al contrario… aumentaba.
Pasaron los kilómetros y de pronto apareció Membrilla en el horizonte, un pueblo muy pequeño, es como una pedanía de Manzanares la verdad. Entramos… como en los pueblos anteriores, no había nadie en sus calles.
Sólo quedaba hacer los 5 km hasta Manzanares… la ruta se terminaba y las sensaciones se empezaban a mezclar, por un lado estás contento y satisfecho y por otro sientes que algo se acaba. Lo bueno es que ya estamos preparando la próxima ruta en bici, esta vez por Alemania, Austria y Suiza.
Cogimos un camino asfaltado que conecta Membrilla y Manzanares, es en realidad el viejo camino que usaba la gente para ir de pueblo a pueblo pero que perdió «valor» al aparecer la autovía.
Un rato después entrábamos en Manzanares, sólo quedaba cruzar el pueblo y llegar hasta el coche y el hotel donde en este momento escribo la crónica.
Castillo de Pilas Bonas
Pasamos por el Castillo de Pilas Bonas y unas calles más adelante entramos en la Plaza de la Constitución, en una foto que le hice a Yolanda podéis ver a la gente en las terrazas mirando como dos locos en bici llegan desde el campo.
La Ruta de Don Quijote en bicicleta había terminado.
Sorpresa es la palabra que más se ajusta a lo vivido estos días en la ruta… No conocía esta zona y no imaginaba encontrar todo lo que esconde La Mancha, desde luego es una zona que se vende poco. Después de conocer a un par de personas en este viaje me consta que esa constante quiere ser cambiadas así lo espero, el sitio tiene muchas cosas que ofrecer.
Nos busques fiesta, no busques ruido, ni gente, si quieres venir a La Mancha tienes que tener ganas de vivir sensaciones, si eso es lo que buscas, no te arrepentirás.
Envidia me dan tus rutas!!! Escribes fenomenal!!! He sufrido el calor como tú!!!