Cuando salimos de Almadén de la Plata lo hicimos pedaleando por la A-461 también llamada SE-177, una carretera con muy poco tráfico que se mete en mitad del Parque Natural Sierra Norte de Sevilla.
Durante los primeros kilómetros nos encontramos con una subida leve pero constante y a esas horas del día el calor era intenso.

La carretera SE-177 es muy vieja no tiene arcenes definidos y su pavimento se encuentra completamente resquebrajado pero como no hay coches es un verdadero placer pedalear por allí.
El paisaje de encinas no termina nunca, hacia donde lleves tus ojos encontrarás cientos de estos árboles tan bonitos.
Por la misma carretera y con algo más de tráfico, muy poco la verdad, llegamos a El Real de la Jara, un pueblo todavía dentro del Parque Natural Sierra Norte de Sevilla justo delante del límite entre Andalucía y Extremadura.
Cuando entramos en el pueblo preguntamos por el Albergue de Peregrinos, tampoco hizo mucha falta, las señales de la Vía de la Plata están muy presentes. Se encuentra en el límite del pueblo, como casi siempre ocurre.
Cuando lo tuvimos delante nos percatamos del mal estado del mismo. Parecía un edificio abandonado.
Bajé de la bici, caminé hacia la puerta y estaba cerrada. Lo más extraño es que las ventanas estaban abiertas y se escuchaban ruidos dejando bien claro que dentro había gente.
Después de tocar a la puerta varias veces lo primero que pensé fue en acudir al Ayuntamiento del pueblo o a la comisaría, allí es donde generalmente tienen las llaves de los albergues y gestionan su funcionamiento.

Por la misma calle bajé pedaleando al Ayuntamiento y al entrar, una funcionaria con poco paciencia tras preguntarle por el Albergue me dijo: “Es que ya me voy a comer.” y literalmente, me dejó hablando solo en el mostrador de atención al público.
Salí y le comenté la escena a Yolanda y pedaleamos otra vez hacia el Albergue con la esperanza de que en algún momento abrirían las puertas.
Pero todo es perfecto y 20 metros antes de llegar al Albergue de Peregrinos nos cruzamos con una chica que nos dice:
“¿Buscáis sitio para pasar la noche? Yo tengo aquí una casa rural por el mismo precio y en mucho mejor estado.”
No hizo falta pensar nada, le pedimos que nos la muestre, y nos quedamos con ella.
La casa disponía de varias habitaciones, el baño, el salón y la cocina eran de uso público y ese día, sólo estábamos nosotros.
Desmontamos las bicis y tras una dicha rápida salimos andando por el pueblo para disfrutar de unas horas al sol y disipar el calor en la piscina pública.
Éramos los “guiris” con nuestras toallas sintéticas de viaje, las sandalias Teva y los bolsos Topeak colgados del hombro. Algunos vecinos nos hablaban en «inglés» y se sorprendían al saber que éramos de Málaga.
Después de unas horas volvimos a la casa rural visitando un par de iglesias y como la temperatura bajaba nos cambiamos de ropa y volvimos a salir para cenar, lo hicimos en un bar al lado del Ayuntamiento disfrutando unas buenas carnes ibéricas asadas.
Más tarde volvimos a la casa rural y después de disfrutar una infusión nos fuimos a dormir dando por terminada la segunda jornada del viaje en bicicleta por la Vía de la Plata.
Al día siguiente tocaba seguir pedaleando y entrar en Extremadura.
Para ver la galería de fotos de la segunda etapa visitad la nota Sierra Norte de Sevilla por la Vía de la Plata.
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