Completamos la Ruta de Washington Irving en bicicleta y en invierno. Aclaro el tema del invierno, una cosa es pedalear en verano o primavera y otra muy diferente es hacerlo con mucho frío y viento.

Hace un par de días llegamos a Málaga, viajamos en bus… algo que a mi no me gusta nada, especialmente si llevo bicis entre el equipaje. Pero debo decir que el viaje ha sido muy bueno. Yolanda ha sacado dos billetes en un bus que tiene tres filas de asientos en lugar de cuatro. Cuando subimos me sorprendió el tamaño de cada asiento y «lo modernos» que eran, sinceramente, no me lo esperaba.
En cuando salimos de Granada me puse los cascos para escuchar a Danny Becher y así lo hice hasta que entramos en Málaga.
Despertamos en Granada y tras terminar con el papeleo del hotel salimos andando hacia la estación de autobuses de Granada. Yo no quería pedalear el día de vuelta a Málaga, por eso procuramos coger un hotel relativamente cerca de la estación. Anduvimos unas pocas calles y paramos a desayunar. Luego seguimos cogimos unas cajas de cartón limpias de un contenedor, seguimos andando y paramos en una tienda a comprar cinta para embalar. Salimos del local y seguimos hasta la estación.
Dentro de la estación nos sentamos a esperar un rato. Cuando la plataforma de nuestro bus se quedó vacía nos acercamos y empezamos a embalar las bicis como pudimos. Desmontamos las cajas y con la cinta dejamos las bicis «listas» para que el chofer del bus no ponga pegas. El día anterior cuando compramos los billetes tuvimos que pagar un plus de 10 € por cada bicicleta.
Hablemos de las últimas etapas de la Ruta de Washington Irving antes de llegar a Granada.
Loja
Las últimas dos etapas de la Ruta de Washington Irving fueron las más duras, por las cuestas y por el frío. La mañana que salimos de Loja hacia Montefrío yo estuve a punto de volverme a Málaga. Como dije en una nota de voz, si no es por Yolanda yo no llego a Granada. Estuve más de dos horas sin poder entrar en calor, tenía los pies y las manos hechos un pedazo de hielo. Yolanda es una gran compañera de viaje.
Después de pasar ese mal rato puede entrar en calor y empecé a pedalear sin problemas. Nos quedaban muchos kilómetros hasta Montefrío, nos habían dicho que había subidas pero eran verdaderas rampas en realidad, sobretodo las últimas. Durante la etapa nos cruzaban muchos ciclistas de carretera que nos daban ánimos y todos decían «lo peor viene después», sabían muy bien lo que decían.
Montefrío
Realizando un gran esfuerzo llegamos a Montefrío. El pueblo es súper bonito, antes de ir al hotel La Enrea almorzamos en El Pregonero. Increíble la comida de ese sitio, inolvidable.
La Enrea es el único hotel de Montefrío, es muy recomendable. Lo lleva Chufo, un hombre muy agradable que nos echó una mano en todo lo que necesitábamos.
En Montefrío pasamos una noche muy tranquila y agradable.
Pero lo peor estaba por venir, a la mañana siguiente despertamos y bajamos a desayunar. Chufo nos dijo: «lleva toda la semana cayendo una helá de perros, hoy tendrán frío». Nos miramos con Yolanda y nos dijimos «si ayer en Loja, que estaba fresco la pasamos mal hoy…»
Hacia Granada, ¡última etapa de la ruta!
Llegó el momento de salir a pedalear, de empezar la última etapa de unos 60 km para por fin llegar a Granada. Nos pusimos todo el abrigo que teníamos. Especialmente yo, que no contaba con mucha ropa técnica de bici para invierno. Yolanda está servida, ella llevaba lo justo. Yo en cambio me puse tres camisetas, el abrigo y el cortavientos, un cuello de polar y el gorro de lana debajo del casco.
El carril que cogimos al salir del hotel estaba literalmente helado. Las bicis se adherían al suelo con mucha dificultad, especialmente en los sitios donde la inclinación del terreno era pronunciada. Cualquier charco de agua era puro hielo. El olivar que dejábamos a nuestra derecha estaba cubierto de color blanco. Después de una hora de subida llegamos al puerto y por fin vimos el sol.
Descanso en Tocón
Descansamos un rato. Nos abrigamos aún más y cogimos la carretera hacia Tocón. Bajamos unos 15 kilómetros muy despacio, no hacía falta pedalear. El problema era el hielo que en las zonas donde no daba el sol complicaba el paso con las bicis. Después de un buen rato llegamos a Tocón y entrábamos en un bar para tomar algo caliente. Lo peor de las bajadas en invierno es que uno no hace esfuerzo por lo tanto sólo siente que el viento helado entra por todos lados.
No dejamos pasar mucho tiempo para no enfriarnos. Quedaban más de 40 kilómetros de sube y baja para llegar a Granada. Había mucho sol, hacía frío pero se aguantaba sin problemas. Nos subimos a las bicicletas y empezamos la segunda parte de la última etapa de la Ruta de Washington Irving. En ese momento sentí lo que muchas veces siento en lo viajes de este tipo, una mezcla entre ganas de llegar y ganas de que no acabe la experiencia.
Los pueblos entrando en Granada
Pasamos por varios pueblos antes de llegar: Obeilar, Escoznar, Valderrubio, Fuente Vaqueros, Atarfe, Albolote (donde hicimos una última parada para comer algo), Maracena y por fin, Granada.
A Granada entramos por un carril bici hasta que tuvimos que coger una calle con mucho tráfico. Pedaleamos con cuidado hasta la estación de autobuses. Compramos los tickets de bus y con la App de Booking cogimos un hotel bastante cerca de la estación. Por la noche salimos a cenar al centro y nos fuimos a los pies de la Alhambra como en 1829 lo hizo Washington Irving. El viaje, había terminado.
La Ruta de Washington Irving ha sido el tercer viaje en bicicleta que hicimos en los últimos 9 meses. No ha sido el más largo, pero ha sido el más duro. El viento en contra de los primeros días pasó factura y las cuestas y especialmente el frío de las últimas etapas no agotó bastante. Llegamos a Granada muy cansados pero extremadamente agradecidos y satisfechos por haber podido hacer este viaje.
Imágenes de la Ruta de Washington Irving
Tenéis fotos de la ruta en dos artículos:
¿Qué sientes viajando en bicicleta?
Mi primer viaje en bici con alforjas sin apoyo lo hice en el año 1991. Desde ese momento supe que este tipo de experiencia te cambia la vida. Viajando en bici descubres que puedes estar sólo en mitad de la nada y que puedes alcanzar el objetivo que tenías en mente. Este tipo de viajes te enseña que tenemos un poder nato, que muchas veces olvidamos o simplemente no vemos.
Viajen en bici, viajen con mochila y olviden los tours. Viajen en solitario o con muy pocos acompañantes, sin agenda. No hace falta gastar mucho dinero, sólo hay que tener ganas de vivir y descubrir las cosas que se nos presentan, justo delante de nuestros ojos.
Muchas gracias a todos por los mensajes de apoyo mientras estábamos viajando.
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